¿Qué es un buen aprendizaje? Diría que es aquel que en su proceso enseña todos y cada uno de los pasos para llegar a la meta. Ahora bien, ¿quién pagaría por un curso que dijera lo contrario? Por ello, es necesario adentrarse en cómo se lleva a cabo el camino hasta el final. Aquí reside la diferencia.
El segundo elemento a tener en cuenta es ver si se trata solo de conocimientos teóricos o si también hay práctica. Es importante conocer si se trabaja con conceptos teóricos-prácticos sólidos, pero que no son aplicables a la vida presente.
Ver a Jesús Porro operar con “plata de verdad”, resolviendo dudas, escuchar sus explicaciones, haciendo todo tipo de comentarios, está genial, pero no es suficiente. Entonces, ¿qué más podemos pedir? ¿Qué debería tener un curso para ser completo?
Si a esto le sumamos un tutor que nos orienta, que nos pide avances, que nos manda ejercicios y que además, nos sigue las estrategias que llevamos a cabo, no llega al punto culminante del gran aprendizaje, pero se acerca.
¿Y el éxito en el tiempo? ¿Se puede ser rentable a lo largo de los años con una sola estrategia? Me temo que no. Pero, ¿y si le agregamos cuatro estrategias con diferentes grados de riesgo junto con sus respectivas relaciones de capital? No, todavía no. Podría ser mejor. Y os preguntaréis: ¿Mejor aún? Pues sí.
Si varias veces al año tengo la oportunidad de poder asistir a talleres en vivo, donde formar vínculos con personas que comparten mis mismas inquietudes, conocer a los docentes, creando así una comunidad de contactos reales, entonces ahora sí que sería más difícil de superar. Pero todavía podemos estirar un poco más. Y, ¿qué más podría buscar? Tiempo.
Si las estrategias pudieran administrarse sin estar mirando una pantalla constantemente, que requirieran poco seguimiento, sin tener la necesidad de dejar todo para asistirlas, ya sería mucho mejor.
Sí, en este curso he conseguido todo eso. Es más que un gran aprendizaje.